La actual crisis, no es la primera que ha existido en el mundo. Sin embargo, nunca una como ésta había obligado a la Humanidad a repensarse como Ser humano, ni a abrir los ojos con mas condescendencia hacia otros. Acostumbrados como estamos a nuestros propios problemas, prácticamente hemos cerrado los ojos a situaciones de penuria o de desventaja de los más necesitados y desprotegidos, así como de la naturaleza misma y sus seres vivos.
Varios noticieros han hablado incluso, de la aparición de animales en las ciudades, donde en otro tiempo circulaban vehiculos en forma multitudinaria, más ahora, los hombres confinados en sus hogares, hemos contemplado como los animales de distinta especie se han asomado a vernos con ojos de asombro y quizás hasta de compasión.
Se siguen discutiendo los mismos intereses egoístas, tanto los macros como los micros, pero nadie puede negar que no ha llegado a dudar de sus propios egocentrismos y aún de su actuar.
Es lógico que al terminar esta prueba, algunos vamos a ver las cosas de otro modo y puede que hasta cambiemos haciendo mejoras en nosotros mismos. Porque se ha demostrado, lo frágiles que somos ante la fuerza de la naturaleza, y también ante las consecuencias lógicas de los egoísmos humanos caóticos y destructivos.
Más que creer en ideas de conspiración y anarquía lo que necesitamos es limpiar en nuestro interior lo que necesita ser sanado. Y nos viene a la memoria la parábola del Maestro Jesús de Nazareth en el acto de lavar los pies, cuando Pedro se negara a dejarse lavarlos. Jesús lo regaña y lo amenaza de dejarlo fuera del Reino , esto es, fuera del Pacto de hermandad: " Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.
Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza.
Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos." (Ev.San Juan 13.8-10)
Todos necesitamos un cambio, un lavado profundo, no solo de los pies, de los pasos que damos, sino también, de la conciencia. Un reconciliar con la parte espiritual de ser autocríticos para sanar nuestras injusticias. Es por ello que este confinamiento obligado, es un espacio para meditar y pedir perdón. Para perdonar y para corregir. Para curar y sanar. Es tiempo de reflexión y aún podemos hacerlo.
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