sábado, 19 de noviembre de 2011

Necesitamos cambiar. Por Samael Aun Weor.


Para cambiar es necesario saber, para saber hay que aprender y para aprender hay que hacer grandes sacrificios.




Realmente el individuo sólo aprecia aquello que le ha costado sacrificio, el cambio radical sin sacrificios resulta absurdo, todo cambio radical requiere sacrificio. Esa es la ley: todo cuesta nada se nos da regalado, cada cual sólo puede lograr el tanto que ha dado por ello.

No existe otro camino para lograr el cambio radical, el Sacrificio Consciente es el único camino.

¿Es acaso poco sacrificar la lujuria? ¿El orgullo? ¿La pereza? ¿La gula? ¿La envidia? ¿La ira? ¿La codicia? etc.

Sólo por el camino del sacrificio logramos el cambio radical, la historia se repite y el ego siempre retorna para repetir sus mismos errores, y su misma historia, todo se repite con la exactitud de un buen reloj y sólo es posible cambiar este orden de cosas creando nuevas causas.

Si realmente queremos nuevas causas necesitamos urgentemente supremos sacrificios. Sólo así logramos el cambio radical, sólo así podemos cambiar este orden de cosas para salir del círculo vicioso en que fatalmente estamos metidos.

La ley del retorno y recurrencia es el gran secreto. Quien llega a conocer este secreto abre en su conciencia ciertas puertas íntimas.

Con el cambio interno podemos utilizar este conocimiento para nuestros propios fines. Realmente este secreto sólo puede ser útil para aquellos que se resuelvan a cambiar radicalmente, desgraciado el hombre que se conforma con el estado conscientivo en que vive.

Cambiar es lo mejor; Empero todo cambio radical absoluto cuesta muy caro. El cambio radical se paga con la propia vida. Debe morir el querido ego, el yo, el mi mismo, a fin de que nazca el SER en nosotros.

Sólo el SER puede hacer. Sólo el SER tiene suficiente poder íntimo como para cambiar realmente este orden de cosas en que vivimos actualmente.

La ilusión del Animal Intelectual es creer que puede hacer de nosotros dentro del círculo vicioso del tiempo, todo se repite con la exactitud de un buen reloj.

Quien conoce el gran secreto (las leyes de retorno y recurrencia), debe utilizarlo sabiamente, de otra manera se volverá contra sí mismo y rodará al abismo de la fatalidad inevitablemente.

Aquél que llega a conocer las leyes de retorno y recurrencia sabe que todo retorna y va y viene, y que los acontecimientos se repiten con la exactitud de un cronómetro dentro del círculo del tiempo.

Quien ya conoce el gran secreto tiene muy pocas vidas por delante; las posibilidades también se agotan y la ley de la Recurrencia tiene un límite.

Aquél que conozca el gran secreto debe aprovechar el tiempo porque las leyes de la recurrencia y retorno tocan a su fin. Infeliz aquél que no se sepa aprovechar el gran secreto.

Aquél que conozca el gran secreto debe saber que el retorno incesante a este valle de lágrimas tiene también un final que puede resultar catastrófico.

Los perdidos son aquellos que descienden por las puertas de la recurrencia en espiras cada vez más y más bajas, esos degenerados al fin dejan de nacer y son remplazados por otros que necesitan venir al mundo.

Muchas gentes quieren una didáctica especial para la disolución del querido yo. ¿Existe acaso mejor didáctica que la de la misma vida?

En la convivencia con el prójimo nos podemos auto descubrir. En relación con toda la gente nuestros defectos escondidos saltan fuera, afloran espontáneamente y entonces podemos verlos si queremos verlos.

CAPITULO XXVIII

EL CAMBIO RADICAL EL CRISTO SOCIAL.

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