martes, 6 de marzo de 2018

101 aniversario: Natalicio del Maestro Samael.

Nosotros, por nuestra parte, estamos cumpliendo una misión trascendental: entregar el mensaje a la humanidad. Y en nuestro caso concreto, no nos dedicaremos jamás a convencer incrédulos; nos dedicaremos, exclusivamente, a formar el Ejército de Salvación Mundial y a trabajar de acuerdo con el Círculo Consciente de la Humanidad Solar, sobre los planes de una nueva civilización y una nueva cultura. A pesar de que llevamos treinta y cinco años haciendo esta labor, considero que estamos empezando. Hay unos cinco millones de gnósticos esparcidos en el mundo, que estudian nuestra doctrina. Pero, con todo, considero que estamos en el comienzo de esta gran obra. El mensaje que debemos entregar se divide en tres partes: la primera es el Kinder; la segunda es la Enseñanza Superior, contenida en los Mensajes de Navidad de cada año; y hay una tercera parte que es más trascendental. No trataré de convencer incrédulos, no perderé el tiempo en cosas inertes. El que quiera aceptar la doctrina que la acepte; el que quiera rechazarla, que la rechace; que cada cual la interprete con su mente, como bien quiera. El que quiera creer, que crea; el que no quiera creer, que no crea. Eso no nos interesa. Obviamente, no podemos esperar que el Anticristo de la Falsa Ciencia, vaya a dar su brazo a torcer, así porque sí. Los conocemos muy bien; sabemos que sus seguidores son soberbios, creen que lo saben todo. Lo más seguro es que lanzarán contra nosotros sus ataques y su baba difamatoria, pero eso nos tendrá sin cuidado. A nosotros no nos va a suceder lo que a Madame Blavatsky, que la mataron con tantas calumnias, que murió de tristeza, y por eso la llaman “la gran mártir del siglo pasado”. A nosotros no nos dolerán las calumnias de la gente. “No soy más porque me alaben, ni menos porque me vituperen; yo siempre soy lo que soy”. De manera que si dicen, que digan; si no dicen, que no digan. Una sola cosa es la que nos interesa: ¡entregar el mensaje, y eso es todo! Hablamos así, apoyados en la experiencia. Podríamos dar muchas demostraciones, pero no tiene caso. Convencer incrédulos, es un gran error. Eso fue, precisamente, lo que llevó a la muerte a Madame Blavatsky. Es claro que la mujer resulta exquisitamente sensible, y al verse ella tan vejada públicamente, humillada y calumniada, enfermó y murió.

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