lunes, 7 de septiembre de 2015

EL TRABAJO CRÍSTICO.

Obviamente las gentes inconscientes y dormidas solo quieren un Cristo histórico, antropomórfico, de estatuas y dogmas inquebrantables, al cual puedan acomodar fácilmente todos sus códigos de moral torpe y rancia y todos sus prejuicios y condiciones. Las gentes no pueden concebir jamás al Cristo Intimo en el corazón del hombre; las multitudes solo adoran al cristo estatua y eso es todo. Cuando uno habla a las multitudes, cuando uno les declara el crudo realismo del Cristo revolucionario; del Cristo rojo, del Cristo rebelde, de inmediato recibe calificativos como los siguientes: blasfemo, hereje, malvado, profanador, sacrílego, etc. Así son las multitudes, siempre inconscientes; siempre dormidas. Ahora comprenderemos porqué el Cristo crucificado en el Gólgota exclama con todas las fuerzas de su alma: ¡Padre mío perdónalos porque no saben lo que hacen! El Cristo en sí mismo siendo uno, aparece como muchos; por eso se ha dicho que es unidad múltiple perfecta. Al que sabe, la palabra da poder; nadie la pronunció, nadie la pronunciará, sino solamente aquel que LO TIENE ENCARNADO. Encarnarlo es lo fundamental en el trabajo avanzado del Yo pluralizado. El señor de perfección trabaja en nosotros a medida que nos esforzamos conscientemente en el trabajo sobre sí mismos. Capítulo 24. Trabajo Crístico. La Gran Rebelión. Fragmento CONFERENCIAS GNÓSTICAS GRATUITAS TODOS LOS DOMINGOS 10 AM.

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