viernes, 8 de octubre de 2010

EL EGO Y LA JUSTA RETRIBUCIÓN. BASADO EN ENSEÑANZAS DEL MAESTRO SAMAEL AUN WEOR.





En cierta ocasión, un misionero le decía al maestro Samael: "Maestro, ahora que nosotros tenemos esta enseñanza nos van hacer falta mujeres especiales" y el Maestro Samael le respondió: " Y a ustedes quién les ha dicho que son especiales? Si ustedes son demonios, no les queda otra que les toque (en matrimonio) una diabla...."
Muy fuertes palabras, pero con cuánta razón.
Al explicar el amor el maestro solía decir que en el verdadero amor "la persona que ama debe estar dispuesta a dar HASTA LA ÚLTIMA GOTA DE SANGRE POR EL SER AMADO". Si reflexionamos en esta otra expresión, no nos queda más remedio que aceptar que para amar nos hace falta en primer lugar MORIR EN EL EGO O MÍ MISMO.
Siendo el amor un sentimiento superior que nada tiene que ver con los apegos, vanidades, orgullos o caprichos, no cabe duda que debemos escalar necesariamente las montañas del dolor , el sacrificio, la muerte y definitivamente vencernos a nosotros mismos.
También le preguntaron al maestro que si era necesario morir en el ego para poder amar de verdad, que cómo sería posible entonces que existiera amor en el mundo y el maestro Samael respondió: "Hay amor gracias a los ejemplos de los Jesús de Nazareth, los Francisco de Asís, los Juanes Bautistas.....," en una palabra que había ejemplos que seguir , y patrones que imitar, aunque la humanidad estaba condenada al fracaso si al menos no hiciera el intento de morir en el yo o mí mismo para hacer venir al mundo la gracia espiritual de los dones del espíritu en las personas autorrealizadas.
Hemos de intentar sentir amor traduciéndolo quizás a través de gestos y obras de caridad y servicio desinteresado. También cuando somos capaces de tener comprensión, tolerancia y la suficiente amplitud . Tener amor en el corazón es tener expandido el espíritu y derramar sentimientos altruistas en forma objetiva, es dar contínuamente sin perder de vista el objetivo primordial.
Detrás de la caridad debe estar la sabiduría o el conocimiento, la reflexión y la meditación.
Los abrazos son muy buenos y necesarios, pero si no hay un corazón realmente compasivo y sincero, los abrazos terminan siendo peores que los besos de Judas .
Acariciar, besar, abrazar son gestos, pero sin el corazón puro y sin la sana intención, son gestos en balde y una falta de respeto.
Lo que debe conducir a los sentimientos son anhelos positivos de superarnos espiritualmente y trascender definitivamente errores pasados o estado equivocados.
POr eso es que la muerte del Yo debe acompañar a la Caridad en el Sacrificio conciente .
Cuando Cristo amaba a Lázaro, no dejaba de ser firme con los fariseos y los sacerdotes. Pues sentir amor no significa alcahuetear el delito o la hipocresía.
Por eso es tan importante permanecer en autoobservación , pues la conciencia se favorece del trabajo contínuo y los sentimientos se conducen no en forma caótica cuando sobran las buenas intenciones, pero se confunde el rumbo de lo que el Ser pretende en nuestro camino.
Una cosa es amar sin esperar nada a cambio, sacrificarse y darlo todo por el ser amado, amar al prójimo y ayudar a los semejantes. Y otra cosa es identificarse con el caos o el desorden del sentimentalismo, del apego, el capricho, el orgullo y la vanidad.
Desparramar sentimentalismos en esa forma, es tan absurdo como llorar ante una telenovela, es decir, llorar sensiblemente aún a sabiendas de que por lo que lloramos no es ni real, no es auténtico, o realmente no vale la pena.
En cierta ocasón, un anciano que era auxiliado en estado de abandono, provocaba las lágrimas de algunos que lo observaban en malas condiciones de salud y de higiene. Mas el hombre aquel sin perder la claridad y con la sabiduría de la experiencia lograda exclamaba a todos: " De joven no fuí buen padre, dí mal ejemplo, los traté mal (a los hijos) y nunca me preocupé de ayudarles a tener educación, siempre borracho y mujeriego les dí mala vida a mis hijos y a mi mujer, es justo que ahora pague las consecuencias."
Es horrible terminar la vida así: Enfermo, abandonado, a punto de morir y completamente solo.
Por eso el maestro Samael decía que en la juventud trabajábamos para que en la vejez tuviésemos en la mano: O el bastón de la sabiduría o el bastón del mendigo.
Amar, cuán bello es amar....cuán grato es el premio del amor. Mas si nuestra vida es para sembrar ingratitud, sin duda alguna que cosecharemos odio, soledad, abandono.
Amar es MORIR EN SÍ MISMOS, para que al sembrar sea buena semilla para buena cosecha, sin esperar nada a cambio, y con la dicha inmensa de expandir el espíritu con la fuerza maravillosa del amor.

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